martes, 8 de julio de 2014

Memento vivere

Forcé un suspiro y vi pasar una tormenta perfecta, a la que quisiera haberme unido pero siempre fui demasiado cobarde. La vida es el tiempo que pasa entre que planeas y haces mapas, y dibujas rutas, y nunca las trazas. Vivir solo es vivir, vivir también se acaba, aunque a veces por miedo o estupidez queramos olvidarlo; y a base de lamentos y besos que no nos dimos vaciamos el alma.
Se acaba una etapa, es tanta la gente que no volveré a ver que me duele pensarlo; será que uno ante estas situaciones se vuelve carne viva y hasta una suave brisa te hace retorcerte. El caso es que miro atrás, otro año quemado, y cada vez quedarán menos, y siguen pasando días en los que me olvido de vivir, en los que prefiero no hacer nada a soñar con comerme el mundo, o simplemente encontrarme en un paraiso desierto y revolcarme en mis entrañas y enorgullecerme del espiritu que tengo.
La vida es demasiado corta como para permitirse el lujo de dejarlo para después, la vida de verdad es para valientes, para los que ante la duda dan el paso, para los que no se amedrentan cuando vienen mal dadas. Quizás consiga emocionarte con lo que escribo, pero yo soy el primer cobarde y no dejo de agachar la cabeza. Me alegra ser consciente de ello pues son síntomas de lucha y de superación. Mientras tanto este mundo, diminuto en el espacio infinito, gira a su ritmo inalterable y nos va despidiendo desde sus entrañas mas profundas.
Por las noches que preferí quedarme en casa, por no ser valiente, por los besos que decidí guardarme, y tantos abrazos, por esconderme entre disfraces que no dicen de mi, me propongo seguir en mi empeño de acordarme de vivir, de hacer de cada minuto sesenta segundos que me lleven directo al cielo.

martes, 24 de junio de 2014

Crisálidas

Llega la muerte, y lo arrasa todo. La muerte es la leyenda más grande jamás contada, al fin y al cabo "morir sólo es morir, morir se acaba". Morir asusta más de lo que lastima, es un paso necesario, un parto doloroso para nacer de nuevo, y para entonces se acabaron los misterios, las preguntas sin respuesta, la fe por miedo o esperanza.
Recuerdo haber escuchado en un funeral algo así como que la persona que se va desaparece lentamente como un velero rumbo al horizonte, y nosotros, desde nuestra orilla, solo vemos una mancha que termina por mezclarse con el azul y blanco del cielo. Pero el univero no se acaba en nuestra orilla, ni el mar donde alcanza nuestra vista; más allá, al otro lado, se extiende un océano inmenso, y también hay otra orilla, y desde esa nadie se despide; todo son bienvenidas y reencuentros.
Me gusta pensar que somos seres especiales, que fuimos creados con dones sobrenaturales, que en algún momento fuimos más capaces de entender la inmensidad de la vida, pero que por egoísmo dejamos de desarrollar y evolucionar esa parte de nosotros, y se ha ido atrofiando. Pero de alguna manera, en lo más profundo de nuestras entrañas, tenemos esa semilla, y es por eso que la vida a veces nos angustia y consigue desbordarnos, porque al menos todavía nos planteamos el porqué de las cosas.
Yo me aferro como a un clavo ardiendo a las señales que me manda la vida, y prefiero ver en las nubes un rostro antes que un sin fin de espuma, y en la luna un vaivén que me alivia, y en el mar al mayor capitán de marina.

lunes, 31 de marzo de 2014

Deberíamos brindar

Deberíamos brindar cada día, celebrar nuestra supervivencia dándole un portazo a la muerte, que nos acecha, maldita, y que, con sonrisa perversa tras el cristal, tiene la certeza de alcanzarnos.
Deberíamos brindar porque cada amanecer es una victoria, deberíamos hacerlo porque estamos juntos, y seguimos vivos, y podemos emocionarnos, gritar o incendiar un silencio. Deberíamos porque cada instante es un regalo al que nos hemos malacostumbrado. Deberíamos porque mañana quizás sea tarde, y si lo es, por lo menos podremos mirar a la ausencia con el regusto en los labios de haber brindado.
Deberíamos vacíarnos de entrañas afuera, no dejar ningún resquicio de amor guardado, deberíamos besarnos y abrazarnos cada vez que otra mirada nos estremezca, para bien o para mal, y así vivir molestando a la muerte.

sábado, 22 de marzo de 2014

Frágiles

Y un día, puede que un suspiro, un paso mal medido, o un intento de ser libre, te arranque la vida, y nada será tan seguro como entonces, cuando amanecías con el brillo del sol atacando tus legañas, y, a través del cristal, sentías su calor en la frente.

De amores imposibles llenamos el tiempo,
buscando irrumpir en corazones ajenos;
fracasé más que amé, y aún así encuentro luz,
y hay acordes que mueven mis hilos,
marioneta sin colores al compás de otro viento.

De canciones y salidas del camino correcto,
"debe haber otro sitio", y aún lo busco,
"debo ser más compacto", aún me construyo,
se quemó otro minuto en la cama,
ya quedan lejos mis buenos tiempos.








lunes, 3 de marzo de 2014

Mundo

La ventana está cerrada para que no entre el frío, y los instrumentos de cuerda que acompañan "Why should I cry for you?" suenan impecables. Me gusta esta canción; Sting es como ese señor con mirada de haber vivido, y que te quedarías a escuchar sus batallitas toda la tarde sentados en un sofá alrededor de una hoguera.
Joseph juega a la videoconsola; llega cansado de su club de scouts y se lo permito. Siempre se le dará mejor controlar ese maldito joystick que un bolígrafo y una goma.
Al otro lado del mundo el ejército ruso aprovecha la debilidad de un país valiente que ha luchado por cambiar, y la amenaza de guerra se cierne sobre ellos, y yo solo espero que todo se arregle. Miguel Hernández dijo en un poema "tristes guerras, si no es amor la empresa; tristes armas si no son las palabras; tristes hombres si no mueren de amores". Y el mundo se balancea.
El otro día escuche a un famoso y reconocido arqueólogo, Eudald Carbonell, anunciar el fin de una era; estaba absolutamente convencido de que uno de los cambios más importantes en la historia de la humanidad iba a producirse en este siglo, debido a un sistema obsoleto que se encuentra en proceso de "muerte térmica", el capitalismo.
En Ceuta siguen volando pelotas de goma, y en los telediarios mentiras, y "Calle Mayor" por desgracia nunca pasa de moda.
Y así gira el mundo, en una esquina galletas de barro, en la otra diamantes sobre alfombras rojas, o mujeres de compañía pagadas por magnates.


miércoles, 29 de enero de 2014

3 años

Hoy vuelve a ser el día de tu ausencia, aunque ya nunca estás, parece que hoy tu falta está más cerca, y tras la ventana el mar ruge con rabia y el viento azota las ventanas. Hoy el alma pesa, y aún espero que al cantar tu canción rellenes con tu voz el estribillo, o que seas tu quién ocupa la bicicleta que se acerca, o que el océano arrastre entre las olas tu botella. Hoy el mundo es la maldición de todos los dioses, la puta más ruin, el relámpago en vena.
Y es verdad que ya no apareces en cada escena, que el tiempo ha borrado huellas en carne viva, y sobrevivo sin quererte, pero al escuchar ciertas canciones, al cruzar ciertas calles, al conocer gente con buena energía, a la luz de los semáforos o la luna, o rodeado de un ambiente altruista, al escuchar otro acento, o repetir nuestras bromas, recuerdo que todo está empobrecido, que dejaste el listón tan alto que la mayoría de las cosas resultan insignificantes.
Quisiera agradecerte, si acaso me escuchas, el tiempo vivido, los besos que nos dimos y los que me dejaste robarte; aquella complicidad tan extrañamente fuerte desde el primer minuto hasta sentir tu huída, los mil millones de sonrisas que dibujaste en mi boca. Gracias también por enamorarte hasta de mis ruídos, de mi caligrafía temblorosa, de mis versos sin rima, de mi entorno; gracias por ver el valor que mis cosas tenían. Gracias por llorar al despedirme, por hacerme creer que, aunque moribundo, aún quedaba la esperanza, gracias por acogerme, sorprenderme, abrazarme fuerte. Al fin y al cabo, gracias por cruzarte en mi camino, ha sido sin duda la experiencia más maravillosa de mi vida.
Ahora seguimos andando, buscando nuevos puertos que traigan savia nueva, nuevos sueños y metas, inconformistas de nacimiento, huyendo de lo pacato, sin peligro, sin venda ni aventura, sin esperar del amor prenda segura, pues en el amor locura es lo sensato.

jueves, 9 de enero de 2014

Del camino y la distancia

Hay días que al caer la noche me decido a hacer un repaso del camino que recorro, entonces se acelera mi ritmo y la respiración se entrecorta, y no sé si quiero seguir mirando atrás o guarecerme en la primera cabaña de heridos por sus propias balas. ¿A dónde lleva mi camino? y lo más importante, ¿a dónde quiero que me lleve? Nadie dijo que sería fácil.
Agarro la bicicleta, bordeo la costa, y tomo la cuesta abajo que termina en el espigón del faro. Me tiemblan las manos, el frío ayuda. Saco del bolsillo un cigarro, me quito los guantes y lo enciendo. Sin bajar de la bici enfilo el Mar del Norte, y mi vista encuadra una bella postal. La oscuridad me permite ver millones de estrellas, las olas rompen sobre el eterno camino sobre el mar, y la luna, pequeña, brilla con fuerza y se refleja a mi derecha. Recuerdo aquella frase que escribí hace unos años, "que seamos infinitos, nada más". He visto la luna y no he pensado en ella, luego me ha pesado la conciencia y la he llenado de palabras buenas.
Los miedos, la falta de seguridad, la incertidumbre; todo sobre mis hombros, y ya hace tiempo que no emprendo una batalla; sigo esquivando flechas, me sigo refugiando en viejas penas, y la vida que se escurre entre los dedos,mientras mi cigarro se lo fuma el viento.
Lo bueno de este instante es que uno percibe que sigue vivo, que su conciencia no se ha apagado y aún le permite clavar el freno de mano y tratar de retomar la senda. Entonces el negro se vuelve gris, y vuelvo a soñar. Todo es turbio, todo menos las cuerdas de una guitarra. Quiero cantar, quiero decirles a todos que yo también valgo, que también me quiero y que si quiero puedo hacerles temblar.
Un barco pesquero irrumpe en mi bucólica imagen, sus luces naranjas y un ritmo lento surcan la desembocadura del Tyne. Todo está en calma. La esperanza ha vuelto, quiero permanecer inconformista hasta volver a ser polvo.